lunes, 13 de octubre de 2014

Desde la letrina - La raza superior...

Por: Juan Pablo Ramírez Idrobo*

Fíjese que me gusta la idea de que la gente que anda en bicicleta deba hacer un curso de conducción y sacar el pase. Si bien, este cómodo y ecológico medio de transporte saca de apuros a más de uno y es un magnífico ejercicio, también es notoria la ignorancia de muchos ciclistas urbanos, al menos en Popayán, de las normas de tránsito y las sanas costumbres de conducción para no ocasionar accidentes y no verse como víctimas de ellos.

Hay un elemento que entra en juego aquí y es el tufillo de superioridad moral que posee a quienes andan en sus dos ruedas y los lleva a pasearse con la cómica certeza de que son mejores personas que los demás. Esta tendencia es cada vez más común en quienes practican alguna cuestión ecológica: pesa más el alarde que pueden hacer de sus acciones, que los actos en sí mismos. Esto, puede ser en parte causa de que suban su cicla al andén (muchos me dirán que es porque hay muchos carros y deben subirse para salvaguardad su integridad y yo les digo que no hay tal), no conserven el lado derecho de la vía (que les corresponde por norma) y se atraviesen como culebras a lo largo y a lo ancho. La cultura ciudadana en la calle debe cultivarse y los choferes de bus o automóvil son tan responsables de lo que pueda suceder a la hora de manejar como los ciclistas que, últimamente, se creen seres de luz, inmortales y escogidos por la divinidad para repoblar el planeta.

Ojalá tuvieran que aprender a manejar bien; a usar su casco protector, rodilleras y demás equipo. Ojalá se los obligara con dureza a adecuar sus vehículos con las luces y espejos reglamentarios para poderlos ver y que puedan operar las bicicletas sin ser un riesgo para ellos o para los demás. Aunque lo más probable es que el malo de todo este asunto sea quien escribe estas líneas. Porque andan en bicicleta y son más que yo, mejores seres humanos, la última chupada del mango, la vaca que más...


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*Juan Pablo Ramírez Idrobo, nació de milagro en Popayán una noche de miércoles en 1979. Comunicador Social por descarte, es socialista de nacimiento y tartamudo de vocación. Como buen hijo de enfermera, le teme a las inyecciones.


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