domingo, 10 de agosto de 2014

La letrina - Crónica de un 11 de septiembre

Por: Juan Pablo Ramírez Idrobo

Para ir al Amazonas uno tiene que vacunarse contra la malaria, el tétanos y la fiebre amarilla. Quienes vivimos en ciudades intermedias nacemos con una absoluta torpeza inmune contra los males de la ‘madre selva’ quien, dicho sea de paso, ha sabido defenderse con sus fieros mosquitos y sus arañas peludas.

Una vez, hace trece años (número cabalístico), quise ir a Leticia y aventurarme en la manigua para retratar insectos estrambóticos. Empecé por conseguir los fondos necesarios para emprender el viaje y, como en esos días cantaba, logré vender algunos discos. Luego de los discos vendí el radio de mamá, los libros de papá y las joyas de la bisabuela.

Ya con dinero, madrugué al puesto de salud del barrio Alfonso López para que los facultativos transfundieran vía intramuscular las pociones ideales contra los posibles ataques selváticos.

La sala de espera no estaba llena, a pesar de que uno no deja de enfermarse. Era pequeña y olía a jardín de infantes. Desde que me levanté presentí que ese no sería un día normal: no tuve que esperar demasiado y el personal médico se mostraba peculiarmente atento y considerado.

- Ramírez Idrobo Juan dijo la voz de una enfermera parada en el quicio de una puerta.
- Soy yo.
- Siga. La doctora ya tiene su historia.

Y seguí. Me hicieron sentar en una camilla. Justo al frente había un televisorcito encendido.

- ¿Antitetánica, cierto? preguntó la doctora con una dulce voz de vampiresa presta a clavar los colmillos.
- Ajá dije mientras me remangaba la camisa y respiraba hondo al sentir un trozo de algodón alcoholizado frotándome el brazo.

Fijé la mirada en el televisor. La voz de Yamid Amat repetía una y otra vez lo que la imagen mostraba: un avión estrellándose contra la torre 1 del ‘World Trade Center’. Confieso que en ese instante un lagrimón rodó por mi cachete.

- ¿Triste, verdad? dijo la doctora.
- No. A mí los gringos me importan un pito contesté como pude.
- ¿Entonces, por qué llora?
- Le juro, doctora, que no tenía idea de que la vacuna antitetánica doliera tanto.

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*Juan Pablo Ramírez Idrobo, nació de milagro en Popayán una noche de miércoles en 1979. Comunicador Social por descarte, es socialista de nacimiento y tartamudo de vocación. Como buen hijo de enfermera, le teme a las inyecciones.

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