martes, 29 de julio de 2014

Abismo - ¿Alguien quiere pensar en los niños?


Por: Richar D. Vidal*

En los días de receso de clases es más preocupante tener a los niños en el hogar, dado que en muchas circunstancias, no hay nadie que se encargue de su cuidado mientras están en casa y los padres en el trabajo. Eso es, por lo menos, lo que me cuentan amigos cercanos que tienen esas dos importantes obligaciones, de la cuales yo, por el momento, carezco.

Así me enteraba de la pomposa inquietud deslindante de muchos que, al no encontrar un vigía para sus retoños, tuvieron que someterse a la amante de varios en estos casos; la televisión. Y es que este importante medio de comunicación ha sido la nana, la abuela y hasta la madre de los críos. Sin embargo, algunos de mis amigos no la consideran una buena madre y mucho menos una buena niñera.

Las razones son muchas: que porque a esa niñera le gusta salir ligerita de ropa o en compañía de cuestionables personajes; que porque manifiesta un lenguaje poco educado o llena de resabios; que porque exhibe una tendencia marcada hacia la violencia o le crea estereotipos a los niños.

Todos me hablan de que sus niños no hacen más que repetir y repetir las andanzas de un jugador de fútbol llamado Ben 10; de un peligroso sobreviviente de la Antlántida apodado el Bob Esponja; de una lucha libre entre unos carros que se convierten de un momento a otro en monumentales robots o de una pandilla que se la pasa buscando tropel con cuanto invasor se crucen en el camino, liderados por un peliparado llamado Gokú. Al tiempo, se preguntan que qué paso con Naturalia, con el Chavo del Ocho, con Topo Gigio, Tom Sawyer, cositas que además de entretener también educaban, que cumplían su cometido de enseñar alguito.

Frente a su preocupación no me quedó más que decirles que el problema no es la mera televisión sino el uso que hacemos de ella; que nosotros como espectadores, si queremos, podemos hacer de ella una buena guía, nunca una niñera, si aceptamos que no todo en la televisión está perdido, si sabemos descifrar y encontrar algunas de las televisiones que hay. Les hablé de que existe una, que es de carácter comercial, que sólo apunta a que nosotros - como desquiciados- simplemente consumamos, esa que es la más popular, la que nos incendia la conciencia, la que nos hace un baño cerebral y nos aparta de la realidad. Pero también está esa a la que se le puede llamar televisión de calidad, que apunta al ciudadano más allá del carácter espectacular; que alude a los rasgos culturales de nuestra sociedad, promueve la cultura, la enseña y que de alguna manera educa. Esta no es la más vista ni mucho menos popular, no la vamos a encontrar en los canales de renombre, pero existe, sólo tenemos que buscar.

Así me fui con el pecho henchido de orgullo pues creí haber hecho la obra del día; penetré en mi casa y saludé a mi tía que estaba de visita; me acomodé en mi sillón favorito en el cual también reposaba mi pequeño sobrino de 6 años. Tomé el control y cambié el canal de muñequitos. Los titulares pregonaban, “Bombardeos en Gaza dejan decenas de niños muertos”. Entretanto, mi sobrino se acerca y me dice, “yo prefiero los muñequitos porque todos los que mueren ahí son de mentiritas”.


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*Richar Vidal, nació en Popayán (1985). Amante del picante aunque le caiga mal, las comedias de tv, el cine y el rock. Comunicador Social, poco complicado para la comida, gusta de cantar mal en los pasillos. “Dedicado” a la literatura de Cortázar y ampliamente apasionado por el Atlético Nacional. De vez en cuando anota un gol en lúgubres potreros de Popayán. Escritor de algunos blogs, y actualmente, como cosa rara, desempleado.


1 comentario:

  1. Caramba, es un cierre muy conmovedor, que, además abre campo a una reflexión sobre la hermenéutica del sujeto. "Si nada nos salva de la vida, al menos, que el amor nos salve de la muerte".

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