miércoles, 2 de julio de 2014

Abismo - Coronel Buendía, coma mierda


Por: Richar D. Vidal*

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.

Eso sí era belleza hermano, alguien al que están a punto de pasarlo al papayo, recordando a un viejo chuchumeco el día en que iba a beber cerveza fría. Eso mínimo era en sábado por la tarde, hora en la que se acostumbra, como buen mediocre, ir a mojar las penas en licor, la idea desde entonces es salir borracho, hasta en chanclas.

Y cómo no si Macondo es igualito a toda esa cantidad de pueblos destrozados por la guerrilla, los paramilitares y el mismo ejército, cuántas de esas casas no han volado pal carajo después de tanta bomba y tanta bala, cuántas piernas no se han llevado las quiebra patas; cómo no vamos a tener pueblos llenos de borrachos con tanta tragedia. Ahora caña brava, brava la tienen los pobres corteros de los ingenios que bolean machete de sol a sol por miserables tres pesos.

Ríos de aguas diáfanas que se precipitan, lo que se precipitan son esos de la locomotora minera que se van abriendo paso, cual loco sin pastas, dañando cuanto río, cuanto lago, cuanta fuente hídrica se encuentran a su paso, y que hace la gente, sufrir y beber pues no hay nada más, y los gobernantes adjudique y adjudique licencias, total a ellos qué les importa si después de que termine su periodo de gobierno eso pasa a ser problema de otro.

¡Ay! Aureliano Buendía, mejor que sólo estabas en la cabeza de ese deschavetado de Márquez que te puso a vivir en un libro del colegio de esos que nunca me terminé de leer.

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*Richar Vidal, nació en Popayán (1985). Amante del picante aunque le caiga mal, las comedias de tv, el cine y el rock. Comunicador Social, poco complicado para la comida, gusta de cantar mal en los pasillos. “Dedicado” a la literatura de Cortázar y ampliamente apasionado por el Atlético Nacional. De vez en cuando anota un gol en lúgubres potreros de Popayán. Escritor de algunos blogs, y actualmente, como cosa rara, desempleado.


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